jueves, 16 de febrero de 2012

¿Qué con 50 años ya no sirvo…?



“¿Qué con 50 años ya no sirvo…?  ¡ja!”

Steve Jobs, una leyenda


Eso me decía un buen amigo, frustrado por la sinrazón de las cabezas pensantes de este país.
Y es que si buscas trabajo con esa edad -o superior, por supuesto- lo llevas claro.

También me contaba que, durante los últimos años de su vida profesional, en demasiadas ocasiones tuvo que apagar fuegos, fuegos provocados por profesionales noveles liderando proyectos, que ni habían podido evitar las llamas, ni habían podido sofocarlas.
Que habían recurrido a él a modo de bombero, pero que ni pagado ni agradecido, y que él mismo le había ahorrado a su compañía un puñado de millones de euros.
Y no le echaba la culpa al joven jefe de proyecto, que hacía lo que podía y que solía terminar frustrado, sino al lumbreras que era su superior y que le había puesto al frente de un proyecto para el que no estaba preparado.

Increíblemente, mi amigo fue despedido.

Y el único supuesto motivo que él encuentra para justificar su despido es... su “avanzada” edad.
Joder, ¡qué fuerte!

Creo que no exagero si afirmo que el directivo más admirado del mundo tiene nombre propio: Steve Jobs. Me gustaría recordar a los responsables de las grandes compañías (corrijo: irresponsables de las grandes compañías) que Steve Jobs murió con 56 años sin que nadie se atreviera a afirmar, ni siquiera a insinuar, que "estaba mayor" y que ya no servía para los negocios.

Y es que cuando uno ya ha rebasado los 50 años lleva sobre sus espaldas muchas experiencias, unas buenas y otras malas, y que entre todas le hacen a uno más sabio.

De manera recurrente se mencionan dos motivos –tan absurdos como estúpidos- para justificar la prescindibilidad de profesionales de más de 50 años: 1. Que su remuneración es muy alta, y 2. Que ya no son moldeables, que ya no se tragan cualquier “milonga”.

En cuanto al primer argumento, se puede afirmar con total seguridad que la experiencia y el saber hacer de un profesional experto justifican -de largo- un sueldo que, por otra, no suele diferenciarse del que se le otorga a quien le sustituye, con mucha menos experiencia y con gran riesgo de meter la pata y hacer perder una pasta a su compañía.

En cuanto al segundo motivo de prescindibilidad me temo que tienen razón: Un profesional de verdad, curtido en mil batallas, ya no se come el primer rábano que algún desaprensivo quiere hacerle tragar. Pero, curiosamente, y resulta absurdo por lo paradójico de la argumentación, queridos irresponsables de las grandes compañías de este país:
¡Ese es su fuerte, joder, ése es su gran valor!

¡Dios mío, qué país!

abap


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