martes, 27 de noviembre de 2012

La lucha de clases sigue viva y no tiene ideología


El concepto “lucha de clases” se mantuvo vivo hasta la caída del bloque soviético, y fue a partir de ese momento cuando el mensaje oficial transformó esta idea en un concepto anticuado, “trasnochado”.
Desde entonces prácticamente no ha vuelto a utilizarse porque los defensores de estas tesis se sintieron perdedores. Ellos solitos. Bueno, no exactamente; contaron con la ayuda de los medios de desinformación, que transmitieron la idea de que el marxismo no funcionaba, como había quedado patente con la caída del bloque comunista.
Nunca entendí aquella rendición. Efectivamente, el bloque soviético había caído y dejado al descubierto infinidad de deficiencias en su sistema estructural.
Pero… ¿y el bloque capitalista? ¿Es que acaso no podemos contar por decenas, por centenares, ejemplos de países regidos por un sistema capitalista que son y han sido incapaces de sacar a sus ciudadanos de la explotación y la pobreza mientras sus dirigentes amasan una inmensa fortuna?
En Asia, África y América perderíamos la cuenta de los países que, al igual que el bloque soviético, han fracasado, pero con mucho mayor estrépito, con sus correspondientes sistemas capitalistas.
Pero los medios de desinformación actuaron con eficacia y contundencia, y vencieron a “la resistencia”.
De la misma manera, mientras el bloque soviético se mantuvo vivo, había que entregar un extra al trabajador occidental, a modo de antídoto, para que no coqueteara con ideas comunistoides.
Por entonces era célebre la idea de que la religión era “el opio del pueblo”. Desde entonces, a la religión se le ha añadido el fútbol, los programas del corazón, gran hermano, operación triunfo, etc., etc., y el idiotizante mensaje oficial de los medios de desinformación que se encargan de interpretar los hechos de manera que el ciudadano ya no necesite pensar por sí mismo; lo único que tiene que hacer es trabajar y, al llegar a casa, pincharse la televisión en vena hasta el día siguiente.
Del resto ya se encargan ellos.
¿Cuál es el resultado?
Desde hace unos años los ciudadanos nos hemos vuelto tan estúpidos como se había programado y no olemos el queso aunque se trate de un cabrales curado en cueva asturiana.
Y, por cierto, esto no es monopolio español, sino que es una pandemia mundial, globalizada.
Así, el poder ha sido capaz de camuflarse y convertirse en un ser anónimo, opaco e inexistente, que ha reclutado una caterva de capataces que obedecen ciegamente sus consignas sin hacerse preguntas mientras llenan sus bolsillos con lo que para sus jefes son migajas, y para los ciudadanos son auténticas fortunas.
Ese poder transnacional, en una campaña mundial - “la globalización”-, ha puesto en marcha mecanismos dogmáticos (el librecambio, la libre e instantánea circulación de capitales especuladores por las redes digitales, por ejemplo) a los cuales nadie puede oponerse so pena de ser tachado de ignorante y –de nuevo- anticuado, y se ha hecho con las riendas del planeta.
Es ese poder egoísta, insensible y sicópata, capaz de contemplar impávido – si no provocar-  ese cóctel de miseria y muerte por hambre en el tercer mundo sin tender una mano, y que ahora ha apuntado sus armas al primer mundo, sembrando de dramatismo y destrucción el adormilado y estúpido mundo de los ciudadanos que habíamos soñado con “el bienestar”, para nosotros y nuestras familias, y que ahora asistimos sorprendidos e incrédulos a nuestro propio drama. Pero ahora ya no tenemos necesidad de encender la caja tonta para recibir imágenes, reales pero lejanas, de las penurias del mundo pobre. Ya las tenemos delante, en directo, al alcance de la mano, en nuestro propio mundo y afectando a nuestro entorno más cercano.
Y no deja de maravillar lo bien que “el-poder-real” ha tejido su red así como la precisión y eficacia de sus instrumentos, financieros y mediáticos, verdaderas armas de destrucción masiva.
La verdad es que es para felicitarles…, si no fuera por la enorme perversidad y egoísmo de sus acciones y sus dramáticas consecuencias.
¿Y los capataces?
También llamados “clase política”, asimismo -y al igual que sus amos- sicópatas insensibles, que venden su dignidad al albur de justificaciones con tintes de interés nacional, y a quien no les tiembla la mano para favorecer a sus amos a costa de infligir el sufrimiento que sea necesario a los ciudadanos, supuesto estamento soberano de una supuesta democracia -merced a la peor de las propagandas-, tan emputecida que algunos ya la confunden con una tiranía perfectamente camuflada, la neo-tiranía con adornos de democracia.
Son una nueva “clase”, paniaguada y rentista a costa de los ciudadanos, con una habilidad especial para engañar vilmente a quienes sufragan su traición.
Se atribuyen prebendas escandalosas, favorecen a sus amos, putean a los ciudadanos.
Y no se les cae la cara de vergüenza.
No es necesario que tengan conocimiento alguno, ni siquiera un curriculum vitae mínimo; a cualquier universitario recién licenciado, becario en prácticas de cualquier multinacional, se le exige mejor currículo que al mismísimo presidente del gobierno. Lo único que se le exige a este último es obediencia ciega a “los mercados”; es decir, a los amos. Y para eso no es necesario tener estudios ni -para nada- criterio propio.
No tienen ni iniciativa, ni ideas propias, ni un mínimo conocimiento de algo tan básico para un buen gobierno como es una base de cultura económica.
¡Claro!
Es que si entendieran, aunque sólo fuera un poquito, podrían negarse a obedecer.
Por eso es imprescindible que la clase política sea –prácticamente- analfabeta en materia de gobierno y carente del menor criterio.
Por eso, las últimas generaciones de gobernantes, en todos los países de este planeta, son mediocres. Absoluta y totalmente mediocres.
Y el que extrañamente tiene un mínimo de conocimiento y criterio, no quiere saber, mientras se llena el bolsillo de manera ilícita e indigna con la aprobación de sus amos y la ignorancia de sus gobernados.
Así, obedecen a sus amos sin rechistar, sin importarles ni un pimiento las consecuencias que sus acciones ejercerán sobre los ciudadanos.
Son insensibles, paniaguados, una nueva clase de “castrati” que ponen su fino canto en escena interpretando la partitura que sus amos han escrito, en una representación perfecta que, desgraciadamente, los ciudadanos, en nuestra estupidez, aplaudimos y apoyamos en un absurdo ejercicio de supuesta democracia.
 Son los que, de manera indecente, solicitan su voto cada cuatro años con promesas que, una vez en el poder, son perfectamente ignoradas.
¡Y aun así se sienten respaldados por las urnas!
Y no se les cae la cara de vergüenza.
Hoy la lucha de clases es más real que nunca, aunque en realidad nunca dejó de tener razón de ser, aunque así nos lo hayan intentado introducir en nuestras neuronas.
La lucha de clases no tiene las connotaciones ideológicas, recurrentemente marxistas, que pretenden otorgarle. La lucha de clases es algo intrínseco en la naturaleza del ser humano cuando es injusta y abusivamente oprimido por un poder  abusivo. Es una característica diferenciadora y patrimonial del ser humano, independientemente de la ideología que profese. Sigue siendo, simplemente, la lucha del débil contra el abuso del fuerte, como ha sido desde que el mundo es mundo.
Pero ahora ya no es el obrero frente al patrono.
Ahora es el ciudadano, en la sempiterna y total indefensión, el que debe luchar para salvaguardar su entorno más básico contra el atraco impune que perpetran los amos del mundo, los llamados “mercados”, que no son sino ese gran capital  transnacional, tan especulativo como improductivo, egoísta y sicópata.
Y con la connivencia y colaboración de la indigna y traidora clase política que no nos merecemos.
O sí…
Porque cuando la clase política lanza sus cantos de sirena cada cuatro años, los ciudadanos, en nuestra infinita estupidez, los reelegimos una vez más, en un pueril, absurdo e irracional ejercicio de masoquismo.
Para que el show continúe…
Realmente, debemos reconocerlo:
Tenemos lo que nos merecemos.

abap

domingo, 12 de agosto de 2012

J. M. Sánchez Gordillo y la última cruzada


Si antes lo decimos, antes comienzan.
Sólo han transcurrido unas pocas horas y la maquinaria ya se ha puesto en marcha a todo gas: La caza, el acoso, el engaño, la confusión, las verdades a medias, el juego de palabras, los datos “incuestionables”, la burla, el desprestigio, la parodia… En resumen, el esperpento del tan acertadamente titulado “cuarto poder”.
Las bocas agradecidas ya han recibido consignas y los medios de des-información ya echan humo: Hay que acabar con Sánchez Gordillo y el SAT (Sindicato Andaluz de trabajadores) y, de paso, con el incómodo Gaspar Llamazares, que una vez más ha dado muestras de honestidad y coraje.
Hoy he tenido que abandonar la caja tonta –la televisión, aclaración para los más jóvenes- por una subida de asco.
Un asco feroz que agredía peligrosamente mi nivel de tolerancia tras comprobar -maldito profeta- como el anuncio se hacía realidad: la persecución incoherente y falta del más mínimo rigor de esos autodenominados periodistas independientes, modernos inquisidores y vergonzantes bocas agradecidas, está tomando forma de cruzada.
Tan intenso ataque es prueba indiscutible de lo grande, genial, inteligente y efectiva que ha sido la acción de esas personas corrientes, que han desafiado la ofuscada y pusilánime actitud del gobierno, así como los títulos universitarios, los másteres MBA, y los currículos VIP de “los genios” que lo conforman.
Y no pueden permitir que unos humildes trabajadores, unos “don-nadie”, pongan en jaque al tan tecnocrático gobierno de esta nación.
¡No se puede permitir!, han consignado.
¡Duro con ellos!, han ordenado.
Y las bocas agradecidas, mansas y obedientes con ellos, sanguinarias e impías con el objetivo, ya han entrado en su vergonzosa y perversa faena.
“Que si cobras tanto, que si posees esto, que si en su día votaste aquello, que si vuestra acción ha sido un robo, que si eres un magnífico actor que trata de engañar al país, que si eres un rojo, que si eres un comunista trasnochado, que si esto va en contra del –ampulosamente denominado- estado de derecho…”
Estado de derecho… ¿Del derecho de quién?
Del derecho… ¿de los ciudadanos?
¿Del derecho ciudadano a NO protestar, a  NO  ser escuchado, a  NO  denunciar, a  NO  discrepar, a  NO  ser tenido en cuenta, a  NO  ser cuidado, a  NO  ser enseñado, a  NO  ser defendido, etc., etc., etc., etc., etc.?
¿Del derecho ciudadano a observar impasible el aniquilamiento del estado del bienestar?
¿Del derecho ciudadano a  NO  exigir que no se haga latrocinio con su aportación al estado?
¿Del derecho ciudadano a  NO  reclamar que el estado ha de ser soberanía del ciudadano y no de las multinacionales o de los psicópatas poderes financieros?
¿Del derecho ciudadano a pasar penurias, incluso hambre, debido a las criticables y dudosas decisiones de unos pocos en el gobierno, actuaciones de objetivos oscuros?
Pues si esto es un estado de derecho, yo soy cura.
Si esto es un estado de derecho, no gracias, espero al siguiente.
Si esto es un estado de derecho, por favor que alguien resucite al general, que últimamente no me reconozco cuando afirmo, muy alterado, que él nunca habría permitido lo que ahora está ocurriendo, y que muchos auténticos ladrones estarían entre rejas.
Y es que las cosas han cambiado.
Antes no teníamos derecho a manifestarnos.
Ahora tenemos derecho a no manifestarnos.
Antes sabíamos que los medios de comunicación estaban manipulados por el régimen.
Ahora siguen en manos del régimen pero, a diferencia de la etapa anterior, no lo parece.
Pero los perros mantienen los mismos collares.
Y es que todo parece indicar que “el teatro” es real.
“Parece” que los diferentes medios de des-información tienen ideologías contrapuestas, y “parece” que defienden intereses distintos: Unos parecen de izquierdas, otros parecen de derechas; unos parecen monárquicos, y otros parecen liberales; unos parecen ejercer su deber “democrático” de denuncia, y otros parecen ejercer la denuncia democrática; unos parece que controlan posibles desmanes del gobierno, y otros parece que controlan el gobierno de los desmanes. Unos parecen defender “la democracia”, y otros parecen que defienden los derechos democráticos.
Bla, bla, bla, bla.
¡Mentira! ¡Todo es mentira!
Trabajan para el que paga, para el que ostenta el título de propiedad de esas empresas.
Y es que esas empresas pertenecen a alguien, y ese alguien no son, precisamente, los ciudadanos y sus derechos.
Y ese “cuarto poder” es ahora puesto a disposición del des-gobierno. Barra libre para la utilización de los mass-media en la cruzada contra el peligroso talibán (me ha extrañado que no hayan acusado al Sr. Sánchez Gordillo, con ese vistoso pañuelo que lleva al cuello, de pertenecer a Al-Qaeda. Cuidado Juan Manuel…).
Y es que este gobierno, actuando con la recurrente legitimidad “que le dan las urnas”, con un sentido autocrítico nulo, prefiere seguir mirando hacia otro lado sin querer ver las consecuencias de sus actuaciones.
Y este gobierno, en su narcisista afán por preservar su obsesiva y pontifical infalibilidad, prefiere pensar que tiene la razón de su lado y que “no se puede hacer otra cosa”. Porfían en su actitud, no admiten la posibilidad de que se estén confundiendo, y no escuchan lo que ya es un clamor, tanto dentro como fuera del país.
Y por supuesto, lo de dimitir… suena a música celestial.
Es que todavía le quedan “misiones” que cumplir, y palmaditas en la espalda que recibir.
Complacientes palmaditas en la espalda de aquellos que SÍ son ladrones, ladrones de guante blanco, ladrones de cientos de millones de euros, que su codicia les ha convertido en seres insensibles, tristes psicópatas que no dudan en llevar a millones de personas a soportar situaciones injustas de penuria, ni dudan en llevar a la muerte por hambre a millones de seres humanos a los que no permiten sacar cabeza si pueden robarles un puñado de dólares.
Y, por increíble que parezca, estos psicópatas son globalmente admirados. Aparecen en los noticieros y copan las portadas de las grandes revistas, haciendo apología de sus gestas financieras, admirando su capacidad para producir dinero.
¡Dinero!
Maldito y sucio parné, que obsesiona y transforma a los seres humanos, otorgándoles una perversidad y una depravación sin límites.
Pero este gobierno caerá. De esto no tengo la más mínima duda.
El problema es que caerá cuando este país ya haya llegado a la quiebra y su incapacidad ya no se pueda escamotear.
Este gobierno, sin ideas propias y títere de los poderes financieros internacionales, está dando muestras de su carácter pusilánime pretendiendo sacar al país de este atolladero sin enfrentarse a nadie: sin enfrentarse al banco central europeo, sin enfrentarse al fondo monetario internacional, sin enfrentarse a la gran Alemania, sin enfrentarse a “los mercados”, sin enfrentarse a la banca privada, sin enfrentarse a las multinacionales.
Y su ínfimo nivel de coraje y su baja catadura moral hace que sólo se atreva a enfrentarse con el estamento más débil: la ciudadanía, a la que subyugan a golpe de ley y decreto.
Su pretendido prestigio no puede permitir que su única presa se le enfrente y le ridiculice.
Y mucho menos unas personas corrientes, con una formación académica justa pero con cabezas privilegiadas, ideas claras y, sobre todo, sensibilidad social, sensibilidad humana.
¡No se puede permitir!, han consignado.
¡Duro con ellos!, han ordenado.
Y las bocas agradecidas, mansas y obedientes con ellos, sanguinarias e impías con el objetivo, ya han entrado en su vergonzante y perversa faena.

abap


sábado, 11 de agosto de 2012

Juan Manuel Sánchez Gordillo

A estas alturas a nadie le puede sorprender que este humilde blog esté en total desacuerdo con las políticas económicas de este gobierno, tras manifestarlo reiteradamente artículo tras artículo.
Y al igual que este, muchos otros en la red se manifestan en contra, advirtiendo del gran peligro que supone para el país y para sus ciudadanos las decisiones que este gobierno, pusilánime e incapaz donde los haya, está tomando a pesar de que las reacciones a todas sus actuaciones les dicen, tozuda y sucesivamente, que se están confundiendo.
Pero las opiniones en la red son como si no existieran; sólo existen los medios de des-información oficiales del estado, que transmiten a la ciudadanía el mensaje oficial del actual régimen.
Pero es que no sólo blogs anónimos e independientes están clamando por un cambio de política económica. Figuras mundiales prominentes entre los que destacan los premios nóbel Paul Krugman o Joseph Stiglitz se suman al clamor que advierte que estas políticas sólo conducen a una profundización de la recesión que padecemos.
Uno tras otro, no importa quién opine, son maltratados y ridiculizados por políticos y medios de des-información, erigiéndose en ilegitimados oráculos del llamado “neoliberalismo” imperante que es una manera sutil y eufemística de denominar el expolio rampante y avaricioso que los llamados “mercados”, que no son otra cosa que los poderes financieros mundiales, están llevando a cabo con total impunidad.
Y los gobiernos de los países afectados (casi todos, incluso los “pata negra”) no son más que sumisos títeres, a pesar de toda la apariencia de capacidad y poderío que pretenden mostrar.
No importa quién diga, ni qué diga. Cualquier denuncia, cualquier manifestación en contra de la corriente oficial es sistemáticamente bloqueada por los obedientes y eficientes medios de des-información, y la esperanza de influir un cambio en la actual situación económica y del expolio al que estamos siendo sometidos los ciudadanos del mundo se presenta totalmente inútil.
No se atisba salida alguna para las personas corrientes del planeta más que agachar la cabeza y pencar con estoicismo todo lo que nos están haciendo sufrir esas personas, insensibles y psicópatas, a las que no les importa ni el sufrimiento de millones de personas ni la muerte por hambre –sí, por hambre, en el siglo XXI de nuestra era- de otro gran puñado de millones de seres humanos. A ellos sólo les importa el control y el poder. Y esa supuesta grandeza que otorga “el éxito”
Y en medio de esta desmoralizadora situación se produce un hecho de una aparente trascendencia menor.
Un grupo de personas, trabajadores corrientes, ciudadanos aparentemente intrascendentes, asaltan dos supermercados en España y entregan el botín de su atraco (leche, garbanzos, lentejas, azúcar, harina, etc., etc.) a gente que estaba pasando HAMBRE.
Nada especial, nada trascendente.
Pero… LA REACCION.
“No vamos a permitirlo”, dice el ministro de interior del orgulloso gobierno español. “No vamos a permitir el desafío a la propiedad privada”.
A continuación, y de manera urgente, se pone en marcha –una vez más- la eficiente maquinaria de los medios de des-información para bloquear esta actuación aparentemente intrascendente pero de un calado que va muchísimo más allá de las apariencias.
Y utilizan métodos estalinistas para desprestigiar a uno de los integrantes de este “feroz atraco”, el señor Juan Manuel Sánchez Gordillo, tachándole de “rojo”, “comunista trasnochado”, “el nuevo Ché Guevara”, “El bosque de Sherwood o la provincia de Sevilla”, “Cómo ser un Ché…”, etc., etc., como si todo eso fuera un insulto.
Pero la realidad es que esta simple actuación va a poner al actual gobierno en una situación muy delicada.
El gobierno tendrá que decidir si va a poner entre rejas a este grupo de humildes trabajadores que han “robado” material valioso (¡¡¡comida para gente necesitada!!!) cuya valoración económica puede estimarse en unos 1.000 euros, mientras mantiene en sus mansiones doradas a otros que se están llevando cientos de miles de millones de euros –que, por cierto, pertenecían a los sufridos ciudadanos entre los cuales están los hambrientos- y que son admirados y bendecidos por el statu quo.
Ahora el gobierno deberá decidir qué hacer, y tendrá que definirse.
Por el momento hay siete detenidos.
Veremos qué hacen con ellos…
“Por sus actos les conoceréis”.
La denuncia que grandes voces como Krugman o Stiglitz no han sido capaces de trascender, la va a conseguir un puñado de trabajadores del campo, humildes pero grandes, orgullosos y lúcidos que, de una manera tan simple como magistral, acaba de poner en un gran brete al actual gobierno.
Su denuncia es clara y contundente, y también su determinación: El hambre ya está aquí, y no vamos a permitirlo.
Gracias y enhorabuena a Juan Manuel Sánchez Gordillo, Andrés Bódalo, José Caballero, F.J.M.C., Néstor Salvador, Diego Cañamero, y a todos los demás cuyo nombre desconozco.
Grandes, enormes, geniales.

abap

lunes, 7 de mayo de 2012

Europa está podrida

Ayer fue un día importante: Elecciones presidenciales en Francia; elecciones parlamentarias en Grecia.
Los medios han otorgado más relevancia a las elecciones francesas que a las griegas. Esto no es que lo diga yo; puede comprobarse fácilmente con una regla o con el cronómetro, calculando la superficie en las portadas de la prensa escrita o el tiempo en los medios de comunicación audiovisual que dedican a cada uno de estos acontecimientos.
Y esto es no ver el bosque, sólo las ramas.
Las elecciones griegas tienen una importancia crítica, mucho más relevantes que las francesas en cuanto al futuro de Europa, esa gran chapuza.
Ese sapo a medio cocer que se llama Europa, moribunda, cuyos grandes conceptos en sus orígenes se encuentran hoy absolutamente degradados, ha permitido que Grecia llegue a esta situación insostenible.
Grecia se va a enfrentar, sin ningún género de dudas, a la toma de decisión en cuanto a su permanencia en la unión monetaria e, incluso, en la unión europea, y yo me pregunto cómo es posible que “la gran Europa” haya permitido a este país, origen de nuestra forma de vida, llegar hasta este punto.
Y no sólo por la situación en la que se encuentran los griegos -supuestos compañeros de viaje, supuestos amigos-, sino por la propia supervivencia de esta “merde” llamada Europa. La potencial salida de Grecia del euro supone, ni más ni menos, “abrir el melón” y dejar la puerta abierta a la salida de otros países y, finalmente, el fin de esta Europa, que según pasa el tiempo se vuelve más y más mezquina, más y más perversa.
Los griegos, al igual que el que suscribe, llevan tiempo preguntándose cuáles son las ventajas de pertenecer a Europa.
Yo sólo encuentro un punto a favor: la estabilidad monetaria.
Punto pelota.
Pero esto no es suficiente.
A partir de aquí, todo son inconvenientes.
Tres ejemplos:
1. La centralización del control monetario en manos del banco central europeo -institución tomada por economistas y otros burócratas alemanes- deja desguarnecidas las capacidades individuales de cada país, sin herramientas para combatir males domésticos, mientras que el bce vela por los intereses germánicos. Por poner un ejemplo relevante para los españoles, el banco central español no disponía de la herramienta “incremento del precio del dinero” con el que hace unos años hubiera podido hacer frente a la burbuja inmobiliaria. Esa herramienta ya no es española, es “europea”, y no está a nuestro alcance. Solución habilitada para España: “¡a joderse y a lidiar, tú solito, con las consecuencias!”.
2. Los préstamos a Grecia son de una perversidad infinita: el banco central europeo presta dinero a la banca privada al 1%, y luego ese mismo dinero va a parar al mercado de deuda pública griega para comprar bonos al 30%, para gran negociete y regocijo de ese colectivo de dudoso proceder y oscuros objetivos. ¿Qué sentido tiene esto?
Y pregunto por el sentido positivo, por el “espíritu europeo” de estas acciones, no por el sentido opaco, oscuro y perverso con el que se promocionan estas operaciones.
Y mientras tanto, ¿dónde se esconden los medios de desinformación? Todavía tengo que ver uno sólo de éstos que haya alzado la voz para denunciar semejante despropósito. No hasta que, sorprendentemente, el Sr. Hollande lo hizo.
3. Los medios de desinformación se refieren sistemáticamente al eje franco-alemán  (Merkel-Sarkosy hasta ayer, Merkel-Hollande a futuro) con tanta naturalidad que no se dan cuenta –por increíble que parezca- de que hablar así significa institucionalizar la total pérdida de soberanía que han sufrido todos los países pertenecientes a la unión europea excepto para Alemania y, en menor medida, Francia.
Hoy la mayoría de los países entre los que se encuentra España ya no deciden por sí mismos. Decide Alemania. Entretanto, nuestros patéticos gobernantes, en un arranque de orgullo y soberbia, se esmeran en parecer que las ideas son propias y no teutónicas.
¿Europa capaz?
¿Europa operativa?
¿Europa solidaria?
¿Europa soberana?
¿Europa unida?
¿Europa, espiritualmente grande?
Esta no es la Europa que se diseñó en sus inicios. Aquella Europa la han ido degradando hasta convertirla en la gran chapuza que es hoy, esa Europa inoperante y podrida, insolvente e insolidaria, que apesta.
¡Y este es el bosque!
La total ausencia de esperanza que me transmite la exquisita mediocridad general me provoca el fuerte deseo de que Grecia rechace a Europa y la abandone, y abra el camino para que los demás la sigamos.
Y no es que yo no crea en Europa.
Yo no creo en "esta" Europa, patética y decadente.
¡Qué pena, que oportunidad desperdiciada!

abap

sábado, 5 de mayo de 2012

Antisistema: To be or not to be.


Los movimientos antisistema han sido demonizados desde el principio de los tiempos por el statu quo de turno, y en los tiempos actuales no podía ser de otra manera.
Los medios de desinformación se esfuerzan en explicitar la violencia en las manifestaciones ciudadanas, cuando ésta se produce, y recurrentemente las acompañan de la etiqueta “antisistema”.
¿Es rechazable la violencia en las manifestaciones?
Que cada uno responda a esta pregunta por sí mismo, pero me gustaría apuntar una serie de cuestiones que, en mi opinión, están directamente relacionadas con este tipo de violencia:
·     No existe la más mínima transparencia en las decisiones del gobierno.
·     No hay ningún canal real de comunicación entre los ciudadanos y el sistema.
·     No existe procedimiento alguno, salvo el referéndum que tanto asusta a los gobiernos, para hacer participar al ciudadano en las decisiones del país.
·     Muchos ciudadanos se sienten manipulados y estafados por el sistema.
·     La conducta de los gobernantes es más que reprobable en muchísimas ocasiones: “prometer hasta meter, y una vez metido me olvidé lo prometido” (con perdón); “Ya he llegado; ahora a mantenerme, cueste lo que cueste; me importan muy poco los fondos públicos”; “Ya he llegado; ahora a forrarme; yo y mis amiguetes”, etc., etc.
·     Muchos ciudadanos, teóricos soberanos de los estados, se sienten relegados a un segundo o tercer plano en los criterios de decisión de los gobiernos.
(No voy a mencionar las sospechas fundadas acerca del origen institucional de algunas de las manifestaciones violentas, con el ánimo de desacreditar a los organizadores de las mismas).
¿Qué hacer entonces para que opiniones, en ningún caso minoritarias -o sí- se escuchen?
Por ejemplo:
·     Gobierno, por favor, escúchame, no te olvides de mí.
·     Gobierno, por favor, haz tu gestión transparente.
·     Gobierno, por favor, hazme partícipe de tus decisiones.
·     Gobierno, por favor, comunícate conmigo y explícame qué haces y por qué.
·     Gobierno, por favor…
¿Seguro?
¿Estás seguro de que, con esta actitud “tan cívica”, el ciudadano va a ser tenido en cuenta?
¡Ja!
Ni siquiera las huelgas generales, con cientos de miles de manifestantes, millones acaso, son capaces de cambiar las actitudes de los gobiernos, dando buena muestra de lo poco que les importan los ciudadanos. Aunque esto casi es entendible debido al poco reconocimiento social que ostentan los organizadores, pero la multitud de ciudadanos manifestando su disconformidad está ahí.
¿Cuál es, entonces, la alternativa, oficial y aceptable, para hacerse oír?
¡No la hay!
Por otra parte, no es posible encontrar en la historia ningún ejemplo, ni uno sólo, en el que el poder imperante haya reconocido su incompetencia y/o perversidad y haya dejado el sitio a otros.
Es cierto que en las llamadas “democracias modernas” los gobiernos son elegidos por los ciudadanos.
Sí, es verdad.
Pero es necesario tener en cuenta que toda la maquinaria mercadotécnica del sistema trabaja para que así sea.
En el caso español, la maquinaria trabaja cada cuatro años para legitimar todas las acciones que a continuación se van a acometer. Y durante los siguientes cuatro años se dedica a respaldar, especial y sospechosamente, muchas  de las medidas adoptadas por el gobierno de turno que los ciudadanos rechazarían. (¿Cuáles? Uhmmmmm).
El argumento es ciertamente convincente: “El gobierno ha sido elegido por los ciudadanos”.
Sí, es cierto.
Pero la falta de transparencia de los gobiernos de turno, sumada al poder de la maquinaria de desinformación del sistema, y a la total y absoluta ausencia de canales de participación ciudadana en el devenir de estas “democracias” hacen que se deslegitime este argumento.
Además, por los mismos motivos oficiales, se deberían tener en cuenta las manifestaciones multitudinarias, siempre estériles, en contra de las decisiones de los gobiernos.
Entonces… ¿cómo hacerse oír?
No es posible. No hay nadie al otro lado del teléfono.
¿Se legitima por ello la violencia?
Insisto, que cada uno se responda a esta pregunta.
Pero lo que me parece repugnante es ese rechazo, casi paranoico, a la actitud antisistema.
Pero es comprensible porque si estos movimientos prosperaran… ¡adiós sistema!, y esto no lo van a permitir de ninguna de las maneras.
Obviamente.
¿Qué es ser antisistema?
Ser antisistema no es lo que los medios de desinformación se esmeran en demonizar.
Ser antisistema es discrepar del sistema actual y de las impresentables actitudes de unos supuestos gobernantes democráticos.
Nada más.
Y esto no es, en absoluto, nada reprobable.
¿Acaso el movimiento cristiano no fue antisistema desde sus inicios?
¿Y los ajusticiados comuneros?
¿Y la revolución francesa?
¿Y el movimiento de independencia de los incipientes estados norteamericanos?
¿Y la primavera árabe?
En mi opinión, uno de los más graves errores que ha cometido el movimiento 15-M fue no tener la determinación de declararse antisistema.
Pero es natural. Los medios de comunicación acechaban en la Puerta del Sol madrileña, alcachofa en mano, intentando capturar la afirmación “somos antisistema”, para a continuación correr a las redacciones para proceder a la correspondiente desacreditación del movimiento.
Pero ellos -el movimiento- percibían el riesgo, y los medios se quedaron con la miel en los labios.
El movimiento 15-M evitó declararse antisistema y ese fue, en mi humilde opinión, uno de sus más grandes errores.
A mí no me gusta este sistema.
Nada de nada.
Yo soy antisistema.

abap

viernes, 4 de mayo de 2012

Rescate a la banca privada

El Sr. De Guindos  anunció ayer en Barcelona que el gobierno va a regular próximamente la creación de sociedades para “aislar los activos inmobiliarios problemáticos de la banca”. Y esta fantástica medida dicen que será “una solución rápida y transparente para la banca”.
Según afirma el ministro, estas sociedades no seguirán el modelo “banco malo”.
Bueno, eso dice él. Ya se explicará…
Mientras tanto, el Sr. Botín repite que no es necesaria la creación de este tipo de sociedades para aislar los “activos tóxicos” y afirma que “se está en la buena dirección aunque el mercado no lo haya entendido todavía”.
(Ayyyy, estos mercados…).
Insiste asimismo el Sr. Ministro que al estado no le supondrá desembolso alguno de dinero: "El Gobierno no creará nada, ni un banco bueno, ni un banco malo, y no se destinará ni la más pequeña de las cantidades de dinero público para ello".
Pues ya nos explicará entonces qué es lo que ha pensado hacer, y la cuestión será, aparte del título que le piensa otorgar a esta operación, cómo la articula.
Parece que nuestro muy creativo y experto-en-estas-lides ministro de economía ha recurrido al manual de innovación de su anterior etapa en la célebre institución Lehman Brothers para diseñar una operación que debemos calificar de “mágica”.
Es decir, que la solución para la banca privada pasa por crear sociedades para depositar en ellas los activos inmobiliarios sobrevalorados y… ¡Listo, asunto solucionado!
¡Coño!, ¿cómo no se me habrá ocurrido antes?
Es decir, que si a Navidul se le estropea una partida de… digamos… 200.000 jamones… ¡No hay problema, Navidul!: Creas una sociedad, le traspasas los 200.000 jamones podridos y… ¡asunto solucionado!
(Esto se les debió olvidar enseñármelo en la MBA School).
La creatividad financiera no tiene límites, y esta idea es un insulto a la inteligencia menos dotada.
Salvo que, por supuesto, esto tenga truco.
Pero ¿cómo vamos a pensar eso de un gobierno que actúa de manera sincera y transparente para el bienestar de sus ciudadanos?
¡Por dios, qué disparate!
Y es que esta operación sólo se vuelve coherente para la banca si cumple una condición: que la banca enajene estos activos a su valor contable o cercano a él, aceptando descontar las insuficientes provisiones ya efectuadas.
Pero… ¿quién va a comprar estos activos a un precio superior al mercado?
¡Correcto, acertó! El de siempre, claro, y tras la correspondiente violación institucional (violado = en contra de su voluntad).
Alguien dirá que el valor de esos activos ya se ha descontado en balance.
Es una opinión que, además de ser de difícil probatura, me temo que no es compartida por “los mercados”. Si así fuera, deberán explicar dos cuestiones obvias:
Cuestión 1
Si la banca privada ya hubiera ajustado sus balances al valor real de estos activos inmobiliarios entonces no tiene de qué preocuparse, porque sus actuales balances son magníficos y ellos unos colosos. Y además habría que interpretar que lo que en realidad le ocurre a las agencias de calificación y los mercados es que le tienen manía a la banca española.
Cuestión 2
Si la banca privada ya hubiera ajustado sus balances al valor real de estos activos inmobiliarios entonces ya no habría necesidad de crear estas sociedades malas, porque las cuentas ya estarían saneadas y la vida sería de color rosa.
¿Cuál es el objetivo real de esta operación?
O dicho de otra manera: ¿Qué están tramando?
Esta es una maniobra financiera más que huele mal, muy mal, y de una justificación tan absurda como infantil.
La realidad es que apostaría mucho a que los ciudadanos vamos a financiar a la banca privada una vez más, y me temo que, en contra de lo que dice el Sr. De Guindos, lo haremos de un modo similar al modo “banco malo”, aunque lo disfracemos de otro personaje.
Si siguen el modelo puesto en marcha en Alemania, el estado comprará estas sociedades (a valor contable, restando las provisiones ya realizadas) a cambio de bonos de deuda pública (negociables, por supuesto), y los bancos garantizarán la recuperación del valor de estos activos en el largo plazo.
Tiempo al tiempo.
Por otra parte, la banca privada alemana se ha comprometido a otorgar tanto crédito como ayuda reciben. Hablaremos en su momento del “compromiso español”.
La solución para la banca privada es muy buena (más bien es cojonuda, si se me permite la licencia), y si tienen cualquier otro problemilla no tienen más que decirlo.
Y si esto no es un  rescate, un rescate al sector bancario, que me lo expliquen.
¡Ayudemos a la pobre banca!
A propósito… ¿conocéis el refrán: “No hay buena acción que no merezca su justo castigo”?

abap

sábado, 28 de abril de 2012

Réquiem por España

España está maldita.
Desde los Reyes Católicos, hace 500 años, 5 largos siglos, no hemos tenido ni un solo gobernante mínimamente competente.
Ni uno sólo en 500 años. Se dice pronto.
España está maldita.
Sin embargo algo tenemos que hace que no nos ahoguemos, pero vive dios que ese algo no está en nuestros gobernantes.
Porque aunque parezca incomprensible, no jugamos en tercera categoría regional a pesar de nuestros entrenadores, sino que estábamos en cabeza de la segunda división con opciones de ascender a la primera división.
Pero hemos dicho “estábamos”, en pasado, porque el análisis de la realidad nos dice que ahora estamos descendiendo a los infiernos.
Al anterior gobierno, al que no se me ocurre mejor calificación que la de “naif”, aparte de su flagrante incompetencia, le sucede una pandilla de aficionados igualmente incompetentes que creen en todo menos en ellos mismos. No tienen ni una idea propia. Todas sus ideas son de origen foráneo, germánico por más señas.
Y se comportan como perritos fieles que necesitan una caricia de su amo una vez que han recogido el palito que él les ha lanzado.
Es patético.
Estos chicos, estos gobernantes de hoy, están superando la peor de las previsiones.
Son malos, muy malos, y se van a cargar España, esta España acostumbrada ya a soportar la recurrente incompetencia secular de sus gobernantes.
Y no es que lo diga este humilde observador. Igualmente lo dicen, entre otros, el Sr. Krugman (premio nobel de economía), el Sr. Stiglitz (premio nobel de economía), y el Sr. Hollande, “San Hollande” para los amigos, la única esperanza para esta Europa que se desliza hacia el precipicio, aunque ya vamos acumulando experiencia y nos hemos acostumbrado a no esperar nada de nadie, por muy bonito que lo pinten.
Y es que, para colmo y colofón de la sinrazón, la misma advertencia es repetida por el mayor lacayo del poder, el FMI, ese que suele imponer este tipo de recetas a los llamados “países en vías de desarrollo” para terminar hundiéndolos en el fango.
Hasta el FMI está advirtiendo que este no es el camino.
Vivir para creer.
Si hay algo especial, algo destacable entre todas las carencias de estos señores, es la falta de sentido común, ese sexto sentido que suele advertirte cuando te vas a equivocar.
Estos señores, que son sólo unos pocos, son tozudos, tozudos en su falta de sentido común del que, desgraciadamente, en breve vamos a “disfrutar” 45 millones de sufridores de errores ajenos.
Esta condena de tantos por tan pocos es injusta, y esto no debería ocurrir de ninguna manera.
Pero así será.
Diariamente anuncian lo que llaman medidas, o reformas, que no son más que una triste colección de errores. Siguen sin entender que la causa de nuestra crisis no es un gasto excesivo, sino una disminución dramática de los ingresos del estado. Y todo lo que están haciendo es tomar decisiones que provocarán, sin ningún género de dudas, sucesivas y recurrentes disminuciones de los ingresos.
Y es que aparte de estas medidas destructivas, los llamados recortes, todavía no han enunciado ni una sola medida constructiva, algo que sirva para incrementar los ingresos y, de paso, relanzar el país.
Se conoce que Angela –o Anguela, como dicen ahora los periodistas enterados- todavía no ha escrito el capítulo correspondiente al crecimiento de los países.
Desde otro punto de vista, esta vez desde la óptica de la justicia social, se me hace intragable el aumento de los impuestos directos, esos que se aplican a través del anunciado incremento del IVA para el próximo año, y la subida selectiva de productos de consumo masivo como gasolinas, tabaco, bebidas, etc.
De esta manera, el sustancial incremento del precio de estos productos es exactamente el mismo tanto para los más ricos como para los más pobres.
Con lo sencillo que sería una corrección a las tablas de IRPF garantizando el acceso a los productos básicos a las capas sociales con menos ingresos.
Una única medida, esta corrección del IRPF, una sola vez, en contraste con los diarios anuncios de nuevas medidas restrictivas con las que se nos atraganta el desayuno todos los días desde que estos señores se han sentado en sus sillones de mando y que no hacen más que provocarnos inquietud y diarrea, a partes iguales. No hay país cuya moral no se vea aniquilada con este incesante goteo de putadas con las que nos obsequian prácticamente todos los días.
“Todos los días un plátano, por lo menos”.
Y, por no extendernos en exceso, esta vez no vamos a hablar de los eufémicos impuestos al capital y sus rendimientos.
Y tampoco queremos repetirnos en denunciar que medidas semejantes, mucho más moderadas, fueron condenadas hace escasos meses por los mismos que hoy las están decretando. Las plumas bienintencionadas quieren justificarles diciendo que es comprensible porque no es lo mismo ver los toros desde la oposición que desde Moncloa. Pero esto es mucho peor, porque este argumento no hace más que aumentar mi inquietud y mi preocupación pensando en que, los que ahora ocupan Moncloa, son novatos e inexpertos y que ahora es cuando están aprendiendo. ¡Dios nos coja confesados!
Estos son los gobernantes de turno, los que ahora gobiernan.
Y especulando con las expectativas, todo apunta que a estos incompetentes les sucederán otros de la misma categoría.
España está condenada, y todo apunta a que su ejecución no tardará en llegar. Y que cuando ya no quede más remedio que aceptar la triste realidad, ya será demasiado tarde.
España, qué has hecho para merecer estos gobernantes.
España, qué has hecho para merecer tanta incompetencia durante tanto tiempo.
España, ¡qué pena!


abap


martes, 10 de abril de 2012

Necesitamos líderes

Necesitamos líderes, auténticos líderes.
En la etapa de la transición española saltaron a la escena política personajes de gran nivel. Algunos de ellos ya eran entonces personajes consolidados en el régimen franquista, pero otros parecieron surgir desde la nada: Suárez, Fraga, González, Carrillo, Pujol, Guerra, Durán, Roca, Bandrés, Martín Villa, Tierno, Abril, Fernández Ordoñez, Morodo, Solchaga, etc., etc., etc.
La nómina es demasiado extensa como para relacionarlos a todos ellos.
¿Qué está pasando ahora, dónde están los políticos de nivel?
¿Acaso ya no hay?
Es triste sentirse huérfano y mal dirigido, e inquietante contemplar la mayoritaria mediocridad de los actuales personajes públicos que  dirigen este país.
Y especialmente inquietante la actitud del actual presidente de gobierno, jugando siempre a la defensiva.
Siempre que se manifiesta se limita a repetir un sinfín de justificaciones por las cosas que hace o va a hacer, lo que me hace sentir que realmente me está haciendo algo malo.
Cuando alguien te pide perdón es porque te ha hecho algo malo, y eso es lo que Rajoy me hace sentir. ¿Qué me estará haciendo ahora?
Y me temo que toda la población está temerosa por las hipotéticas maldades que este gobierno está “tramando”, pero que no identificamos con precisión. Es una sensación inconsciente.
Me parece que este país, más que nunca, necesita un líder, un líder de verdad que nos mire a los ojos y nos diga, con precisión y confianza, qué va a hacer y por qué va a hacerlo.
Y que nos diga que si este año no nos vamos de vacaciones a Tailandia, o que si no vamos a poder cambiar de automóvil, no pasa nada, nada de nada, que es intrascendente.
Y, sobre todo, que no pasa nada comparado con lo que realmente nos ocurriría si no salimos de ésta.
Sería más que conveniente que un día el presidente se dirigiera al país, en “prime time”, explicando las actuaciones de su gobierno y solicitando el sacrificio y el respaldo de todos sus conciudadanos.
Y transmitiendo confianza de que vamos a salir adelante.
Confianza…
Y también sería más que conveniente que involucrara a todos los ciudadanos en las decisiones y nos hiciera partícipes del problema y de su solución, y este es un aspecto muy importante. La disposición ciudadana a soportar el sacrificio necesario cambiaría sustancialmente, y sería especialmente cohesionante que todos nos sintiéramos actores de esta película.
Esto es lo que haría un líder, un líder de verdad.
Y ese líder, con la confianza concedida por la ciudadanía, con ese fantástico capital, ha de tener el coraje necesario para enfrentarse a los otros protagonistas de esta película de género dramático, casi “gore”: a los intereses del mundo financiero, tanto interno como externo, a los intereses de las grandes corporaciones, a los burócratas de Bruselas, y a quien sea necesario, con la confianza de tener un país apoyando tus decisiones y motivado para sacarlo adelante.
Necesitamos un líder que tenga plena convicción de lo que está haciendo, y que no se encoja.
Necesitamos un líder que se dirija a sus ciudadanos, que les mira a los ojos y les involucre en las actuaciones.
Necesitamos un líder que vaya a Bruselas a hablar y explicar, y no a escuchar y obedecer.
Necesitamos un líder que, de una vez por todas, se posicione por delante de “los mercados”, y no sistemáticamente detrás de ellos, improvisando.
¿Dónde está ese líder?

abap

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