domingo, 12 de agosto de 2012

J. M. Sánchez Gordillo y la última cruzada


Si antes lo decimos, antes comienzan.
Sólo han transcurrido unas pocas horas y la maquinaria ya se ha puesto en marcha a todo gas: La caza, el acoso, el engaño, la confusión, las verdades a medias, el juego de palabras, los datos “incuestionables”, la burla, el desprestigio, la parodia… En resumen, el esperpento del tan acertadamente titulado “cuarto poder”.
Las bocas agradecidas ya han recibido consignas y los medios de des-información ya echan humo: Hay que acabar con Sánchez Gordillo y el SAT (Sindicato Andaluz de trabajadores) y, de paso, con el incómodo Gaspar Llamazares, que una vez más ha dado muestras de honestidad y coraje.
Hoy he tenido que abandonar la caja tonta –la televisión, aclaración para los más jóvenes- por una subida de asco.
Un asco feroz que agredía peligrosamente mi nivel de tolerancia tras comprobar -maldito profeta- como el anuncio se hacía realidad: la persecución incoherente y falta del más mínimo rigor de esos autodenominados periodistas independientes, modernos inquisidores y vergonzantes bocas agradecidas, está tomando forma de cruzada.
Tan intenso ataque es prueba indiscutible de lo grande, genial, inteligente y efectiva que ha sido la acción de esas personas corrientes, que han desafiado la ofuscada y pusilánime actitud del gobierno, así como los títulos universitarios, los másteres MBA, y los currículos VIP de “los genios” que lo conforman.
Y no pueden permitir que unos humildes trabajadores, unos “don-nadie”, pongan en jaque al tan tecnocrático gobierno de esta nación.
¡No se puede permitir!, han consignado.
¡Duro con ellos!, han ordenado.
Y las bocas agradecidas, mansas y obedientes con ellos, sanguinarias e impías con el objetivo, ya han entrado en su vergonzosa y perversa faena.
“Que si cobras tanto, que si posees esto, que si en su día votaste aquello, que si vuestra acción ha sido un robo, que si eres un magnífico actor que trata de engañar al país, que si eres un rojo, que si eres un comunista trasnochado, que si esto va en contra del –ampulosamente denominado- estado de derecho…”
Estado de derecho… ¿Del derecho de quién?
Del derecho… ¿de los ciudadanos?
¿Del derecho ciudadano a NO protestar, a  NO  ser escuchado, a  NO  denunciar, a  NO  discrepar, a  NO  ser tenido en cuenta, a  NO  ser cuidado, a  NO  ser enseñado, a  NO  ser defendido, etc., etc., etc., etc., etc.?
¿Del derecho ciudadano a observar impasible el aniquilamiento del estado del bienestar?
¿Del derecho ciudadano a  NO  exigir que no se haga latrocinio con su aportación al estado?
¿Del derecho ciudadano a  NO  reclamar que el estado ha de ser soberanía del ciudadano y no de las multinacionales o de los psicópatas poderes financieros?
¿Del derecho ciudadano a pasar penurias, incluso hambre, debido a las criticables y dudosas decisiones de unos pocos en el gobierno, actuaciones de objetivos oscuros?
Pues si esto es un estado de derecho, yo soy cura.
Si esto es un estado de derecho, no gracias, espero al siguiente.
Si esto es un estado de derecho, por favor que alguien resucite al general, que últimamente no me reconozco cuando afirmo, muy alterado, que él nunca habría permitido lo que ahora está ocurriendo, y que muchos auténticos ladrones estarían entre rejas.
Y es que las cosas han cambiado.
Antes no teníamos derecho a manifestarnos.
Ahora tenemos derecho a no manifestarnos.
Antes sabíamos que los medios de comunicación estaban manipulados por el régimen.
Ahora siguen en manos del régimen pero, a diferencia de la etapa anterior, no lo parece.
Pero los perros mantienen los mismos collares.
Y es que todo parece indicar que “el teatro” es real.
“Parece” que los diferentes medios de des-información tienen ideologías contrapuestas, y “parece” que defienden intereses distintos: Unos parecen de izquierdas, otros parecen de derechas; unos parecen monárquicos, y otros parecen liberales; unos parecen ejercer su deber “democrático” de denuncia, y otros parecen ejercer la denuncia democrática; unos parece que controlan posibles desmanes del gobierno, y otros parece que controlan el gobierno de los desmanes. Unos parecen defender “la democracia”, y otros parecen que defienden los derechos democráticos.
Bla, bla, bla, bla.
¡Mentira! ¡Todo es mentira!
Trabajan para el que paga, para el que ostenta el título de propiedad de esas empresas.
Y es que esas empresas pertenecen a alguien, y ese alguien no son, precisamente, los ciudadanos y sus derechos.
Y ese “cuarto poder” es ahora puesto a disposición del des-gobierno. Barra libre para la utilización de los mass-media en la cruzada contra el peligroso talibán (me ha extrañado que no hayan acusado al Sr. Sánchez Gordillo, con ese vistoso pañuelo que lleva al cuello, de pertenecer a Al-Qaeda. Cuidado Juan Manuel…).
Y es que este gobierno, actuando con la recurrente legitimidad “que le dan las urnas”, con un sentido autocrítico nulo, prefiere seguir mirando hacia otro lado sin querer ver las consecuencias de sus actuaciones.
Y este gobierno, en su narcisista afán por preservar su obsesiva y pontifical infalibilidad, prefiere pensar que tiene la razón de su lado y que “no se puede hacer otra cosa”. Porfían en su actitud, no admiten la posibilidad de que se estén confundiendo, y no escuchan lo que ya es un clamor, tanto dentro como fuera del país.
Y por supuesto, lo de dimitir… suena a música celestial.
Es que todavía le quedan “misiones” que cumplir, y palmaditas en la espalda que recibir.
Complacientes palmaditas en la espalda de aquellos que SÍ son ladrones, ladrones de guante blanco, ladrones de cientos de millones de euros, que su codicia les ha convertido en seres insensibles, tristes psicópatas que no dudan en llevar a millones de personas a soportar situaciones injustas de penuria, ni dudan en llevar a la muerte por hambre a millones de seres humanos a los que no permiten sacar cabeza si pueden robarles un puñado de dólares.
Y, por increíble que parezca, estos psicópatas son globalmente admirados. Aparecen en los noticieros y copan las portadas de las grandes revistas, haciendo apología de sus gestas financieras, admirando su capacidad para producir dinero.
¡Dinero!
Maldito y sucio parné, que obsesiona y transforma a los seres humanos, otorgándoles una perversidad y una depravación sin límites.
Pero este gobierno caerá. De esto no tengo la más mínima duda.
El problema es que caerá cuando este país ya haya llegado a la quiebra y su incapacidad ya no se pueda escamotear.
Este gobierno, sin ideas propias y títere de los poderes financieros internacionales, está dando muestras de su carácter pusilánime pretendiendo sacar al país de este atolladero sin enfrentarse a nadie: sin enfrentarse al banco central europeo, sin enfrentarse al fondo monetario internacional, sin enfrentarse a la gran Alemania, sin enfrentarse a “los mercados”, sin enfrentarse a la banca privada, sin enfrentarse a las multinacionales.
Y su ínfimo nivel de coraje y su baja catadura moral hace que sólo se atreva a enfrentarse con el estamento más débil: la ciudadanía, a la que subyugan a golpe de ley y decreto.
Su pretendido prestigio no puede permitir que su única presa se le enfrente y le ridiculice.
Y mucho menos unas personas corrientes, con una formación académica justa pero con cabezas privilegiadas, ideas claras y, sobre todo, sensibilidad social, sensibilidad humana.
¡No se puede permitir!, han consignado.
¡Duro con ellos!, han ordenado.
Y las bocas agradecidas, mansas y obedientes con ellos, sanguinarias e impías con el objetivo, ya han entrado en su vergonzante y perversa faena.

abap


sábado, 11 de agosto de 2012

Juan Manuel Sánchez Gordillo

A estas alturas a nadie le puede sorprender que este humilde blog esté en total desacuerdo con las políticas económicas de este gobierno, tras manifestarlo reiteradamente artículo tras artículo.
Y al igual que este, muchos otros en la red se manifestan en contra, advirtiendo del gran peligro que supone para el país y para sus ciudadanos las decisiones que este gobierno, pusilánime e incapaz donde los haya, está tomando a pesar de que las reacciones a todas sus actuaciones les dicen, tozuda y sucesivamente, que se están confundiendo.
Pero las opiniones en la red son como si no existieran; sólo existen los medios de des-información oficiales del estado, que transmiten a la ciudadanía el mensaje oficial del actual régimen.
Pero es que no sólo blogs anónimos e independientes están clamando por un cambio de política económica. Figuras mundiales prominentes entre los que destacan los premios nóbel Paul Krugman o Joseph Stiglitz se suman al clamor que advierte que estas políticas sólo conducen a una profundización de la recesión que padecemos.
Uno tras otro, no importa quién opine, son maltratados y ridiculizados por políticos y medios de des-información, erigiéndose en ilegitimados oráculos del llamado “neoliberalismo” imperante que es una manera sutil y eufemística de denominar el expolio rampante y avaricioso que los llamados “mercados”, que no son otra cosa que los poderes financieros mundiales, están llevando a cabo con total impunidad.
Y los gobiernos de los países afectados (casi todos, incluso los “pata negra”) no son más que sumisos títeres, a pesar de toda la apariencia de capacidad y poderío que pretenden mostrar.
No importa quién diga, ni qué diga. Cualquier denuncia, cualquier manifestación en contra de la corriente oficial es sistemáticamente bloqueada por los obedientes y eficientes medios de des-información, y la esperanza de influir un cambio en la actual situación económica y del expolio al que estamos siendo sometidos los ciudadanos del mundo se presenta totalmente inútil.
No se atisba salida alguna para las personas corrientes del planeta más que agachar la cabeza y pencar con estoicismo todo lo que nos están haciendo sufrir esas personas, insensibles y psicópatas, a las que no les importa ni el sufrimiento de millones de personas ni la muerte por hambre –sí, por hambre, en el siglo XXI de nuestra era- de otro gran puñado de millones de seres humanos. A ellos sólo les importa el control y el poder. Y esa supuesta grandeza que otorga “el éxito”
Y en medio de esta desmoralizadora situación se produce un hecho de una aparente trascendencia menor.
Un grupo de personas, trabajadores corrientes, ciudadanos aparentemente intrascendentes, asaltan dos supermercados en España y entregan el botín de su atraco (leche, garbanzos, lentejas, azúcar, harina, etc., etc.) a gente que estaba pasando HAMBRE.
Nada especial, nada trascendente.
Pero… LA REACCION.
“No vamos a permitirlo”, dice el ministro de interior del orgulloso gobierno español. “No vamos a permitir el desafío a la propiedad privada”.
A continuación, y de manera urgente, se pone en marcha –una vez más- la eficiente maquinaria de los medios de des-información para bloquear esta actuación aparentemente intrascendente pero de un calado que va muchísimo más allá de las apariencias.
Y utilizan métodos estalinistas para desprestigiar a uno de los integrantes de este “feroz atraco”, el señor Juan Manuel Sánchez Gordillo, tachándole de “rojo”, “comunista trasnochado”, “el nuevo Ché Guevara”, “El bosque de Sherwood o la provincia de Sevilla”, “Cómo ser un Ché…”, etc., etc., como si todo eso fuera un insulto.
Pero la realidad es que esta simple actuación va a poner al actual gobierno en una situación muy delicada.
El gobierno tendrá que decidir si va a poner entre rejas a este grupo de humildes trabajadores que han “robado” material valioso (¡¡¡comida para gente necesitada!!!) cuya valoración económica puede estimarse en unos 1.000 euros, mientras mantiene en sus mansiones doradas a otros que se están llevando cientos de miles de millones de euros –que, por cierto, pertenecían a los sufridos ciudadanos entre los cuales están los hambrientos- y que son admirados y bendecidos por el statu quo.
Ahora el gobierno deberá decidir qué hacer, y tendrá que definirse.
Por el momento hay siete detenidos.
Veremos qué hacen con ellos…
“Por sus actos les conoceréis”.
La denuncia que grandes voces como Krugman o Stiglitz no han sido capaces de trascender, la va a conseguir un puñado de trabajadores del campo, humildes pero grandes, orgullosos y lúcidos que, de una manera tan simple como magistral, acaba de poner en un gran brete al actual gobierno.
Su denuncia es clara y contundente, y también su determinación: El hambre ya está aquí, y no vamos a permitirlo.
Gracias y enhorabuena a Juan Manuel Sánchez Gordillo, Andrés Bódalo, José Caballero, F.J.M.C., Néstor Salvador, Diego Cañamero, y a todos los demás cuyo nombre desconozco.
Grandes, enormes, geniales.

abap

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