El pasado fin de semana, 29 y 30 de Noviembre de 2014, se celebró en Lyon el congreso en el que el ultraderechista Frente Nacional respalda el liderazgo de su presidenta, Marine Le Pen.
El imparable ascenso
de esta formación se ha visto favorecido por la decepción que ha supuesto la
gestión socialista de Hollande al frente de la presidencia de la república. Si
a esto le añadimos el débil regreso de Sarkosy a la presidencia del
UMP, todo hace predecir una victoria del Frente Nacional en las elecciones
presidenciales que se celebrarán en 2017.
Hollande ni está ni
se le espera, y otro tanto ocurre con Sarkosy, al que se cuestiona la
oportunidad de su regreso.
A su vez, en España
ocurre algo parecido. Al fracaso de la gestión económica y social del Partido
Popular desde que ganó las elecciones generales de 2011, hay que sumar el desconcierto
en las filas socialistas que a última hora intentan corregir con el lanzamiento
de su nuevo producto, Pedro Sánchez, hombre carismático que aspira a
convertirse en el líder de la izquierda para los próximos años, en un intento
de salvar las próximas elecciones generales que se celebrarán -salvo un poco
probable adelanto- el próximo año 2015. Y en este desconcierto generalizado emerge,
de manera sorprendente, una formación política con corazón de izquierdas y
maneras inéditas en el panorama, me atrevería a decir, internacional: “Podemos”.
La nueva formación
política Podemos se mantiene en todas las encuestas, desde su creación, en una
línea ascendente que apunta a la victoria en las próximas elecciones generales
de 2015.
Hay muchas
diferencias entre la formación francesa y la española. Mientras que en el
primer caso, el partido francés en ascenso emerge por la ultraderecha, en el caso
español lo hace por el otro lado, por una izquierda que, sino extrema, es al
menos alejada de los postulados sustentados por la supuesta formación de
izquierdas actual, el autodenominado “Partido Socialista Obrero Español”. Los
corazones, el sentir, y los postulados fundamentales de las formaciones
francesa y española son diametralmente opuestos.
Y, sin embargo, de
manera sorprendente, el discurso de ambas formaciones es de una analogía
sorprendente:
·
Ambos
cargan contra los gobiernos en el poder, a los que acusan de dar la espalda a
la ciudadanía.
·
Ambos
invocan a la soberanía nacional, en detrimento de la venta de esta, en forma de
saldo, al gran capital internacional.
·
Ambas
formaciones denuncian una Europa sospechosamente mal diseñada y en manos de la
oligarquía económica internacional, una Europa que cuestionan
en un intento de reconversión hacia un proyecto auténticamente europeísta y ciudadano.
·
Ambas
formaciones dicen pretender la devolución de la soberanía a los ciudadanos.
·
Los
analistas políticos de ambos lados de los Pirineos coinciden en que las dos
formaciones están siendo aupadas tanto por un discurso inteligente que conecta
con las preocupaciones reales de los ciudadanos, como por la decepción que están
suponiendo los actuales gobiernos de los dos países, a los que ambos partidos acusan
de gobernar para las multinacionales a costa de la penuria de los ciudadanos.
Lo único que les diferencia, fundamentalmente, es el tratamiento de la inmigración, en el que el partido francés mantiene, a
diferencia de Podemos, unas posiciones contenidamente xenófobas.
Por otra parte, los analistas
políticos oficialistas dicen que el bipartidismo está en crisis, y sin embargo
todo apunta a que la realidad es otra.
Los abusos y los
excesos cometidos por lo que se ha dado en llamar “los mercados financieros” (una
nueva burla hacia la ciudadanía por parte de “el capital” de toda la vida),
comprando las voluntades de los partidos políticos “ganadores”, han estimulado
la conciencia ciudadana hasta la comprensión de la manipulación de la realidad
por parte del capital internacional, y el peligro de una neo-esclavitud dictada
por estos y vilmente ejecutada por los partidos oficialistas, formaciones verdaderamente
antisistema, en una clara y flagrante traición.
La ciudadanía se está
rebelando y dando la espalda a los partidos oficialistas, los políticos del
engaño, totalmente desconectados del sentir ciudadano en un discurso lleno de
promesas que ya suenan huecas y faltas de contenido, que cada vez convencen a
menos.
A su vez, los
ciudadanos vuelven la mirada a aquellos que denuncian lo que son sus grandes
preocupaciones: la decadente economía, el desempleo, la soberanía, y el innecesario
y flagrante desmantelamiento del estado del bienestar.
Y todo esto con
independencia de la tendencia por donde asoma la solución, bien sea por la
izquierda en el caso español, como por la derecha en el caso francés.
No importa por donde
vengan.
Y mientras tanto los
partidos del engaño, en un intento ciego, absurdo y poco inteligente, en un
intento desesperado de mantener su estatu
quo, tildan de “populistas” a aquellos que conectan con las preocupaciones
de los ciudadanos, y les acusan de “decir lo que el ciudadano quiere oír”, en
lugar de hacer un análisis inteligente de las causas de su agonía.
Pero claro, ese
análisis les declararía culpables, y su escasa talla política y su menor talla
estadista, hace que su actitud se vuelva tan patética como suicida.
¡Bien!
La ciudadanía está de
enhorabuena. La mediocridad necesaria para la manipulación de los actuales
dirigentes políticos juega a favor del ciudadano: son incapaces, absolutamente
incapaces. Tanto para gobernarnos, como para salvarse.
La esperanza está
servida.
abap