sábado, 28 de abril de 2012

Réquiem por España

España está maldita.
Desde los Reyes Católicos, hace 500 años, 5 largos siglos, no hemos tenido ni un solo gobernante mínimamente competente.
Ni uno sólo en 500 años. Se dice pronto.
España está maldita.
Sin embargo algo tenemos que hace que no nos ahoguemos, pero vive dios que ese algo no está en nuestros gobernantes.
Porque aunque parezca incomprensible, no jugamos en tercera categoría regional a pesar de nuestros entrenadores, sino que estábamos en cabeza de la segunda división con opciones de ascender a la primera división.
Pero hemos dicho “estábamos”, en pasado, porque el análisis de la realidad nos dice que ahora estamos descendiendo a los infiernos.
Al anterior gobierno, al que no se me ocurre mejor calificación que la de “naif”, aparte de su flagrante incompetencia, le sucede una pandilla de aficionados igualmente incompetentes que creen en todo menos en ellos mismos. No tienen ni una idea propia. Todas sus ideas son de origen foráneo, germánico por más señas.
Y se comportan como perritos fieles que necesitan una caricia de su amo una vez que han recogido el palito que él les ha lanzado.
Es patético.
Estos chicos, estos gobernantes de hoy, están superando la peor de las previsiones.
Son malos, muy malos, y se van a cargar España, esta España acostumbrada ya a soportar la recurrente incompetencia secular de sus gobernantes.
Y no es que lo diga este humilde observador. Igualmente lo dicen, entre otros, el Sr. Krugman (premio nobel de economía), el Sr. Stiglitz (premio nobel de economía), y el Sr. Hollande, “San Hollande” para los amigos, la única esperanza para esta Europa que se desliza hacia el precipicio, aunque ya vamos acumulando experiencia y nos hemos acostumbrado a no esperar nada de nadie, por muy bonito que lo pinten.
Y es que, para colmo y colofón de la sinrazón, la misma advertencia es repetida por el mayor lacayo del poder, el FMI, ese que suele imponer este tipo de recetas a los llamados “países en vías de desarrollo” para terminar hundiéndolos en el fango.
Hasta el FMI está advirtiendo que este no es el camino.
Vivir para creer.
Si hay algo especial, algo destacable entre todas las carencias de estos señores, es la falta de sentido común, ese sexto sentido que suele advertirte cuando te vas a equivocar.
Estos señores, que son sólo unos pocos, son tozudos, tozudos en su falta de sentido común del que, desgraciadamente, en breve vamos a “disfrutar” 45 millones de sufridores de errores ajenos.
Esta condena de tantos por tan pocos es injusta, y esto no debería ocurrir de ninguna manera.
Pero así será.
Diariamente anuncian lo que llaman medidas, o reformas, que no son más que una triste colección de errores. Siguen sin entender que la causa de nuestra crisis no es un gasto excesivo, sino una disminución dramática de los ingresos del estado. Y todo lo que están haciendo es tomar decisiones que provocarán, sin ningún género de dudas, sucesivas y recurrentes disminuciones de los ingresos.
Y es que aparte de estas medidas destructivas, los llamados recortes, todavía no han enunciado ni una sola medida constructiva, algo que sirva para incrementar los ingresos y, de paso, relanzar el país.
Se conoce que Angela –o Anguela, como dicen ahora los periodistas enterados- todavía no ha escrito el capítulo correspondiente al crecimiento de los países.
Desde otro punto de vista, esta vez desde la óptica de la justicia social, se me hace intragable el aumento de los impuestos directos, esos que se aplican a través del anunciado incremento del IVA para el próximo año, y la subida selectiva de productos de consumo masivo como gasolinas, tabaco, bebidas, etc.
De esta manera, el sustancial incremento del precio de estos productos es exactamente el mismo tanto para los más ricos como para los más pobres.
Con lo sencillo que sería una corrección a las tablas de IRPF garantizando el acceso a los productos básicos a las capas sociales con menos ingresos.
Una única medida, esta corrección del IRPF, una sola vez, en contraste con los diarios anuncios de nuevas medidas restrictivas con las que se nos atraganta el desayuno todos los días desde que estos señores se han sentado en sus sillones de mando y que no hacen más que provocarnos inquietud y diarrea, a partes iguales. No hay país cuya moral no se vea aniquilada con este incesante goteo de putadas con las que nos obsequian prácticamente todos los días.
“Todos los días un plátano, por lo menos”.
Y, por no extendernos en exceso, esta vez no vamos a hablar de los eufémicos impuestos al capital y sus rendimientos.
Y tampoco queremos repetirnos en denunciar que medidas semejantes, mucho más moderadas, fueron condenadas hace escasos meses por los mismos que hoy las están decretando. Las plumas bienintencionadas quieren justificarles diciendo que es comprensible porque no es lo mismo ver los toros desde la oposición que desde Moncloa. Pero esto es mucho peor, porque este argumento no hace más que aumentar mi inquietud y mi preocupación pensando en que, los que ahora ocupan Moncloa, son novatos e inexpertos y que ahora es cuando están aprendiendo. ¡Dios nos coja confesados!
Estos son los gobernantes de turno, los que ahora gobiernan.
Y especulando con las expectativas, todo apunta que a estos incompetentes les sucederán otros de la misma categoría.
España está condenada, y todo apunta a que su ejecución no tardará en llegar. Y que cuando ya no quede más remedio que aceptar la triste realidad, ya será demasiado tarde.
España, qué has hecho para merecer estos gobernantes.
España, qué has hecho para merecer tanta incompetencia durante tanto tiempo.
España, ¡qué pena!


abap


martes, 10 de abril de 2012

Necesitamos líderes

Necesitamos líderes, auténticos líderes.
En la etapa de la transición española saltaron a la escena política personajes de gran nivel. Algunos de ellos ya eran entonces personajes consolidados en el régimen franquista, pero otros parecieron surgir desde la nada: Suárez, Fraga, González, Carrillo, Pujol, Guerra, Durán, Roca, Bandrés, Martín Villa, Tierno, Abril, Fernández Ordoñez, Morodo, Solchaga, etc., etc., etc.
La nómina es demasiado extensa como para relacionarlos a todos ellos.
¿Qué está pasando ahora, dónde están los políticos de nivel?
¿Acaso ya no hay?
Es triste sentirse huérfano y mal dirigido, e inquietante contemplar la mayoritaria mediocridad de los actuales personajes públicos que  dirigen este país.
Y especialmente inquietante la actitud del actual presidente de gobierno, jugando siempre a la defensiva.
Siempre que se manifiesta se limita a repetir un sinfín de justificaciones por las cosas que hace o va a hacer, lo que me hace sentir que realmente me está haciendo algo malo.
Cuando alguien te pide perdón es porque te ha hecho algo malo, y eso es lo que Rajoy me hace sentir. ¿Qué me estará haciendo ahora?
Y me temo que toda la población está temerosa por las hipotéticas maldades que este gobierno está “tramando”, pero que no identificamos con precisión. Es una sensación inconsciente.
Me parece que este país, más que nunca, necesita un líder, un líder de verdad que nos mire a los ojos y nos diga, con precisión y confianza, qué va a hacer y por qué va a hacerlo.
Y que nos diga que si este año no nos vamos de vacaciones a Tailandia, o que si no vamos a poder cambiar de automóvil, no pasa nada, nada de nada, que es intrascendente.
Y, sobre todo, que no pasa nada comparado con lo que realmente nos ocurriría si no salimos de ésta.
Sería más que conveniente que un día el presidente se dirigiera al país, en “prime time”, explicando las actuaciones de su gobierno y solicitando el sacrificio y el respaldo de todos sus conciudadanos.
Y transmitiendo confianza de que vamos a salir adelante.
Confianza…
Y también sería más que conveniente que involucrara a todos los ciudadanos en las decisiones y nos hiciera partícipes del problema y de su solución, y este es un aspecto muy importante. La disposición ciudadana a soportar el sacrificio necesario cambiaría sustancialmente, y sería especialmente cohesionante que todos nos sintiéramos actores de esta película.
Esto es lo que haría un líder, un líder de verdad.
Y ese líder, con la confianza concedida por la ciudadanía, con ese fantástico capital, ha de tener el coraje necesario para enfrentarse a los otros protagonistas de esta película de género dramático, casi “gore”: a los intereses del mundo financiero, tanto interno como externo, a los intereses de las grandes corporaciones, a los burócratas de Bruselas, y a quien sea necesario, con la confianza de tener un país apoyando tus decisiones y motivado para sacarlo adelante.
Necesitamos un líder que tenga plena convicción de lo que está haciendo, y que no se encoja.
Necesitamos un líder que se dirija a sus ciudadanos, que les mira a los ojos y les involucre en las actuaciones.
Necesitamos un líder que vaya a Bruselas a hablar y explicar, y no a escuchar y obedecer.
Necesitamos un líder que, de una vez por todas, se posicione por delante de “los mercados”, y no sistemáticamente detrás de ellos, improvisando.
¿Dónde está ese líder?

abap

domingo, 8 de abril de 2012

¿Europa, qué Europa?


Ya lo decía Anguita hace 20 años, recién finalizada la reunión de Maastricht, donde fundamentalmente se establecieron los objetivos comunes encaminados a alcanzar la unión monetaria. Más o menos Anguita venía a decir que se había hablado de números, ratios y medidas de corte exclusivamente económico para “converger” (hoy esto suena a música celestial) pero… ¿y la población, la cohesión social, el bienestar europeo?
Hoy no puedo más que recordar aquellas palabras que entonces me parecieron acertadas y hoy califico de premonitorias.
¿Qué Europa es ésta? ¿De qué Europa estamos hablando?
Una Europa a medio cocer. Descohesionada e insolidaria, desigual, inoperativa, con unos procedimientos inconclusos que ahora descubrimos que no solamente están sin rematar sino que juegan en contra.
El euro, que nos ha proporcionado una estabilidad monetaria desconocida hasta entonces para los países periféricos, nos ata a la vez de pies y manos para adoptar medidas individuales que nos preserven y protejan de crisis como la actual.
Se centralizan a nivel europeo funciones que en el pasado desarrollaban los bancos centrales de cada país, y establece medidas “para Europa”.
Es decir, establece políticas económicas para Alemania y para Francia, a la vez que para Grecia, Portugal, España…
Absurdo.
Esto no funciona.
Así lo tenemos muy difícil.
Hace unos pocos años podríamos haber “enfriado” nuestra economía si dispusiéramos de las herramientas adecuadas -véase el control del precio del dinero- y quizás hubiéramos podido bloquear la desdichada burbuja inmobiliaria que cegó nuestros ojos con destellos áureos.
Pero esa política económica no coincidía con la de otros países “más importantes”…
Desde que en 2005 la población europea rechazó la fallida constitución europea, los supuestos líderes europeos se han petrificado, y eso es impresentable.
Y recuerdo a Anguita cuando España menciona el caso griego para negarlo en nuestro país, o cuando ahora lo menciona Sarkozy en referencia a España para disgusto de algunos.
Acaso mañana Alemania mencione el caso francés…
¿Dónde está la solidaridad entre europeos?
Europa insolidaria.
Un banco central europeo que establece la “ayuda” a sus compañeros de viaje en base a prestar a la banca privada al 1% para que ésta, a su vez, la preste al 30%, como es el caso de Grecia.
Una Europa que exige políticas económicas suicidas a los moribundos.
Una Europa que utiliza el mal de sus compañeros para justificar sus exigencias perversas en aras de un rigor que, efectivamente, ha sido omitido por políticos inconscientes y poco preparados.
Todo esto provoca que, a modo de ejercicio mental inconsciente, barajemos la posibilidad de declarar la unión europea como intento fallido y difunto que quizás haya que abandonar cuanto antes por pura supervivencia.
De esta manera volveríamos a tener un mayor control de nuestras economías y de nuestro destino, y volveríamos a disponer de las herramientas del pasado que ahora se echan de menos: control del precio del dinero, del cambio de nuestras monedas, etc.
En este proceso perderíamos cosas, sin duda, pero estamos obligados a sopesar su trascendencia.
Lo más importante, que no es poco, es que perderíamos la solidez monetaria que ahora disfrutamos con la fortaleza de la unión, preservando nuestra moneda, el euro, de ataques financieros perpetrados por gente malvada que se enriquece, sin ética ni piedad, a costa del mal de la población de países enteros, siendo a la vez admirados por el mundo, como es el caso de Soros y otra gente de mala baba.
La cuestión es si esta fortaleza es motivo suficiente, desde el punto de vista puramente económico -como fue el talante de la reunión de Maastricht-, para mantenernos en la unión, habida cuenta de nuestra situación y de nuestro escaso poder de reacción.
Otra cosa son los motivos más allá de la economía, más elevados, pero que hoy por hoy son pura filfa en esta Europa dormida e inconsciente.
Europa, líderes europeos: o hacia delante o hacia atrás.
Hay que tomar decisiones, para avanzar de una vez por todas o para dinamitar este intento de unión europea.
Pero no podemos seguir así, no podemos seguir indefinidamente en tierra de nadie, al albur de los vientos.
abap

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