España está maldita.
Desde los Reyes Católicos, hace 500 años, 5 largos siglos, no hemos tenido ni un solo gobernante mínimamente competente.
Ni uno sólo en 500 años. Se dice pronto.
España está maldita.
Sin embargo algo tenemos que hace que no nos ahoguemos, pero vive dios que ese algo no está en nuestros gobernantes.
Porque aunque parezca incomprensible, no jugamos en tercera categoría regional a pesar de nuestros entrenadores, sino que estábamos en cabeza de la segunda división con opciones de ascender a la primera división.
Pero hemos dicho “estábamos”, en pasado, porque el análisis de la realidad nos dice que ahora estamos descendiendo a los infiernos.
Al anterior gobierno, al que no se me ocurre mejor calificación que la de “naif”, aparte de su flagrante incompetencia, le sucede una pandilla de aficionados igualmente incompetentes que creen en todo menos en ellos mismos. No tienen ni una idea propia. Todas sus ideas son de origen foráneo, germánico por más señas.
Y se comportan como perritos fieles que necesitan una caricia de su amo una vez que han recogido el palito que él les ha lanzado.
Es patético.
Estos chicos, estos gobernantes de hoy, están superando la peor de las previsiones.
Son malos, muy malos, y se van a cargar España, esta España acostumbrada ya a soportar la recurrente incompetencia secular de sus gobernantes.
Y no es que lo diga este humilde observador. Igualmente lo dicen, entre otros, el Sr. Krugman (premio nobel de economía), el Sr. Stiglitz (premio nobel de economía), y el Sr. Hollande, “San Hollande” para los amigos, la única esperanza para esta Europa que se desliza hacia el precipicio, aunque ya vamos acumulando experiencia y nos hemos acostumbrado a no esperar nada de nadie, por muy bonito que lo pinten.
Y es que, para colmo y colofón de la sinrazón, la misma advertencia es repetida por el mayor lacayo del poder, el FMI, ese que suele imponer este tipo de recetas a los llamados “países en vías de desarrollo” para terminar hundiéndolos en el fango.
Hasta el FMI está advirtiendo que este no es el camino.
Vivir para creer.
Si hay algo especial, algo destacable entre todas las carencias de estos señores, es la falta de sentido común, ese sexto sentido que suele advertirte cuando te vas a equivocar.
Estos señores, que son sólo unos pocos, son tozudos, tozudos en su falta de sentido común del que, desgraciadamente, en breve vamos a “disfrutar” 45 millones de sufridores de errores ajenos.
Esta condena de tantos por tan pocos es injusta, y esto no debería ocurrir de ninguna manera.
Pero así será.
Diariamente anuncian lo que llaman medidas, o reformas, que no son más que una triste colección de errores. Siguen sin entender que la causa de nuestra crisis no es un gasto excesivo, sino una disminución dramática de los ingresos del estado. Y todo lo que están haciendo es tomar decisiones que provocarán, sin ningún género de dudas, sucesivas y recurrentes disminuciones de los ingresos.
Y es que aparte de estas medidas destructivas, los llamados recortes, todavía no han enunciado ni una sola medida constructiva, algo que sirva para incrementar los ingresos y, de paso, relanzar el país.
Se conoce que Angela –o Anguela, como dicen ahora los periodistas enterados- todavía no ha escrito el capítulo correspondiente al crecimiento de los países.
Desde otro punto de vista, esta vez desde la óptica de la justicia social, se me hace intragable el aumento de los impuestos directos, esos que se aplican a través del anunciado incremento del IVA para el próximo año, y la subida selectiva de productos de consumo masivo como gasolinas, tabaco, bebidas, etc.
De esta manera, el sustancial incremento del precio de estos productos es exactamente el mismo tanto para los más ricos como para los más pobres.
Con lo sencillo que sería una corrección a las tablas de IRPF garantizando el acceso a los productos básicos a las capas sociales con menos ingresos.
Una única medida, esta corrección del IRPF, una sola vez, en contraste con los diarios anuncios de nuevas medidas restrictivas con las que se nos atraganta el desayuno todos los días desde que estos señores se han sentado en sus sillones de mando y que no hacen más que provocarnos inquietud y diarrea, a partes iguales. No hay país cuya moral no se vea aniquilada con este incesante goteo de putadas con las que nos obsequian prácticamente todos los días.
“Todos los días un plátano, por lo menos”.
Y, por no extendernos en exceso, esta vez no vamos a hablar de los eufémicos impuestos al capital y sus rendimientos.
Y tampoco queremos repetirnos en denunciar que medidas semejantes, mucho más moderadas, fueron condenadas hace escasos meses por los mismos que hoy las están decretando. Las plumas bienintencionadas quieren justificarles diciendo que es comprensible porque no es lo mismo ver los toros desde la oposición que desde Moncloa. Pero esto es mucho peor, porque este argumento no hace más que aumentar mi inquietud y mi preocupación pensando en que, los que ahora ocupan Moncloa, son novatos e inexpertos y que ahora es cuando están aprendiendo. ¡Dios nos coja confesados!
Estos son los gobernantes de turno, los que ahora gobiernan.
Y especulando con las expectativas, todo apunta que a estos incompetentes les sucederán otros de la misma categoría.
España está condenada, y todo apunta a que su ejecución no tardará en llegar. Y que cuando ya no quede más remedio que aceptar la triste realidad, ya será demasiado tarde.
España, qué has hecho para merecer estos gobernantes.
España, qué has hecho para merecer tanta incompetencia durante tanto tiempo.
España, ¡qué pena!
abap