viernes, 23 de mayo de 2014

La agonía de los partidos oficialistas


A un par de días de las elecciones europeas, los partidos que durante los últimos años han estado recibiendo la gran mayoría de los votos de los ciudadanos están al borde de la quiebra en favor de los partidos que alzan su voz contra la actual realidad socio-económica y, especialmente, los partidos antieuropeos, los “euroescépticos”. Y en este grupo de partidos encontramos un amplio espectro de signos políticos, desde la ultraderecha a los liberales.
Partidos como los franceses Frente Nacional, los británicos UKIP, los holandeses Partido por la libertad, o los austríacos FPÖ, están ganando posiciones de manera dramática en las encuestas de intención de voto, cuando no se sitúan al frente de las mismas.
Y hay ejemplos semejantes en otros países europeos como Hungría, Grecia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Eslovaquia, Bélgica, Italia, Rumanía y Bulgaria.
Su ideología es diversa: unos son ultraderechistas, otros son antisemitas, homófobos, islamófobos, y otros son, simplemente, liberales. Pero lo que es indudable es que todos ellos están ascendiendo en intención de voto en estos comicios europeos.
Pronto veremos el resultado final de los comicios pero, ocurra lo que ocurra, no se pueden pasar por alto estos hechos, y se debería hacer una reflexión profunda acerca de las causas que están produciendo este movimiento, más o menos radical según los casos, en prácticamente toda Europa.
Los motivos por los que esto se está produciendo ya los hemos avanzado en el post anterior cuando hablábamos del Frente Nacional francés, pero conviene repasarlos y profundizar algo más en ellos.
En primer lugar, a estas alturas ya debería ser claro para todos que los ciudadanos europeos no sólo están insatisfechos sino que están muy defraudados con la clase política y con las decisiones tomadas por estos al margen de su electorado y, con mayor delito como en el caso español, al margen del programa que el partido actualmente en el gobierno presentó y prometió a sus votantes.
Una clase política que, en la gran mayoría de los países europeos, son sospechosos y/o están imputados en casos de corrupción.
Una clase política que ha sido comprada e instrumentalizada por el gran poder para perpetrar acciones que en ningún caso están dirigidas al bienestar de los ciudadanos sino que son sospechosas de favorecer intereses perversos. Acciones soportadas por mentiras y falacias bien argumentadas pero, finalmente, inaceptables para los ciudadanos.
Una clase política que ha desplegado, en primera persona, todo el conjunto de medidas socio-económicas que configuran la realidad tanto nacional como europea, verdaderos artífices de tanto despropósito y que no pueden, ahora, presentarse como una opción crítica a la situación actual.
Una clase política sorprendentemente  incapaz;  incapaz de pensar por sí misma, incapaz de la más mínima reflexión intelectual para presentar medidas de cosecha propia y que se limita a obedecer los mandatos de esos grises y deslegitimizados burócratas europeos del corte de Van Rompuy, Olli Rehn, etc., tan grises y anodinos como bien mandados por los que, en realidad, dictan esas medidas perversas.
Sin embargo, los ciudadanos sí hacen críticas, en mayor o menor medida, tanto a esas medidas como a la mano ejecutora.
Y con los partidos oficialistas sorprendidos en fuera de juego, sin nada que ofrecer a la ciudadanía, surgen nuevas opciones políticas que conectan directamente con el descontento alzando su voz apuntando directamente  a las cuestiones verdaderamente sensibles a los ciudadanos.
La evidente consecuencia de todo esto es el descrédito de los partidos oficialistas y el auge de nuevos movimientos políticos dispuestos a satisfacer las necesidades ciudadanas.
El ridículo nivel de los líderes de estos partidos y su nula capacidad de liderazgo, su ciega obediencia a designios externos, la sistemática defensa de los intereses de las instituciones financieras en detrimento del bienestar –incluso el más mínimo bienestar- ciudadano, su manifiesto antipatriotismo por más que se cuelguen el cartel de salvapatrias, el abuso legislativo que conlleva el vergonzante desarrollo de un conjunto de leyes encaminadas a su propia autoprotección y a la de sus verdaderos y oscuros jefes a costa de las libertades individuales más básicas para un sistema que llaman “Democracia", etc., etc., etc., hacen que la ciudadanía, harta ya de tanto despropósito, comience a darles la espalda.
Uno se pregunta por el verdadero nivel intelectual de estos partidos, que en ningún momento pusieron coto a los desmanes de sus jefes, que nunca se plantearon el advenimiento de esta situación y que, ahora, están muy cerca de una muerte inducida por sus propias acciones, por sus propios méritos.
Curiosamente, estos señores –calificativo excesivo para estos impresentables disfrazados de presentabilidad- tachan de “antisistema” a los ciudadanos que manifiestan en la calle su insatisfacción por la actuación de aquellos que se empeñan en definirse como defensores del pueblo, ignorando al pueblo, e ignorando asimismo que los verdaderos antisistema son ellos, ante los que deberíamos organizar una cruzada para eliminarles de todas y cada una de las instituciones de este país.
Ellos son los verdaderos antisistema.
Ellos son los individuos de los que verdaderamente tenemos que defendernos.
Por otra parte, si se analiza los asuntos que estos partidos debaten en la actual campaña electoral europea, uno no puede más que echarse a llorar por el ínfimo nivel intelectual desplegado: que si tú eres un machista, que si hace dos años tú insultaste a un jugador de fútbol, que si yo soy más intelectual que tú, que si tú dijiste esto, que si tú dijiste lo otro, etc., etc., etc.
Todo ello al más puro estilo “Sálvame DeLuxe”.
Tan patético como injusto para la sufrida ciudadanía española, que no se merece este atajo de tuercebotas.
Sin embargo, de los problemas que realmente sufren y afectan a los ciudadanos, ni una sóla palabra: la generalizada corrupción política y empresarial (porque parece que se olvidan que detrás de la corrupción de un político hay una empresa corruptora detrás que, sorprendentemente, se va sin sufrir un rasguño y dispuesta a untar al siguiente para llevarse “el gran contrato”, el de los centenares de millones de euros a cambio una corruptela valorada en un par de milloncejos, mucho para los mortales, migajas para ellos, y desproporcionada en comparación con el pastel que se llevan: prácticamente, todo el presupuesto nacional); el impresentable e inaceptable nivel de desempleo en nuestro país; el desastroso, perverso e inaceptable diseño de Europa; el favoritismo desplegado hacia los estamentos económico-financieros en claro y flagrante perjuicio de la ciudadanía (los “paganinis”); el oscurantismo desplegado en las ayudas a las entidades financieras; el mayor oscurantismo, si cabe, acerca de los motivos reales por los que España soporta una insoportable –valga la redundancia- Deuda Soberana y que si esto llegara a trascender, entonces sí que veríamos lo es una ciudadanía enfadada; etc., etc., etc.
Pero claro, ¿qué van a decir de todo esto?
El problema -para ellos- es que no pueden decir nada porque tanto el PP como el PSOE han sido los artífices de adoptar todas las medidas que han llevado a esta situación, aunque es de justicia admitir que los primeros se han llevado la palma y son los merecedores de la Medalla de Oro. La Medalla de Oro a la obediencia a eso que ahora se llama “Mercados financieros”, así como Medalla de Oro a la traición a la ciudadanía a la que dicen defender.
Por eso desde esta humilde tribuna proponemos que esta vez se acuda a votar. Es necesario votar ya que es la única fisura al alcance de los ciudadanos en esta canallada llamada pomposamente Democracia (y que, si esto es democracia, yo soy marciano).
Sólo “nos dejan” hacer una jugada cada cuatro años (eso sí, “tutelados” por los medios de des-información).
Del resto ya se encargan ellos...
Por supuesto: ni PP ni PSOE.
“#niPPniPSOE”.
 
 
abap
 

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