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martes, 14 de febrero de 2012

¿Quiénes somos, qué hacemos?





Político español trabajando

En 1978 se aprueba la nueva constitución española.

34 años más tarde, parece haber consenso en que:

- La administración pública es pesada, ineficiente y excesiva. En ocasiones, algunas responsabilidades públicas están replicadas en las administraciones estatal, autonómica, y municipal; es decir, se encuentra triplicada.

- No quedan claras las funciones del Senado y parece un órgano prescindible, además de caro de mantener y perfecto para la praxis del clientelismo, hoy de unos, mañana de los otros.

- Las diputaciones provinciales carecen de sentido con la nueva organización territorial establecida en la constitución.

- Hay demasiados ayuntamientos y, como consecuencia, hay municipios con una dimensión que no justifica la existencia de una administración propia y su coste es demasiado elevado para ser costeado por sus escasos ciudadanos. Hay que fusionar ayuntamientos.

- Todas las administraciones presentan un nivel de “clientelismo” excesivo, demasiados “cargos de confianza” sin responsabilidades definidas.

- El estatuto del empleado público (los funcionarios, para entendernos) es un antídoto para la productividad y la eficiencia de la administración.

- De las 17 comunidades autónomas, sólo 4 no disponen de TV autonómica propia, y varias de ellas disponen de más de un canal de emisión; y aparte de su dudoso carácter público, todos son deficitarios, muy deficitarios.

- La eficiencia de la investigación pública en España, con un presupuesto nada desdeñable, es cuestionado sistemáticamente, y sus resultados parecen más que dudosos.

- etc., etc., etc.


¡¡¡33 años más tarde!!!


¿Podría alguien aventurarse en predecir CUÁNDO se habrán resuelto estos “problemillas”?

¿Realmente pensamos, creamos, resolvemos,…?
¿Hacemos algo?

¿HACEN ALGO?

¿Por qué les votamos?
¿Qué extraña locura nos lleva a entregarles nuestro voto?


abap


Tomadlo todo





No me ha quedado más remedio que aceptarlo: Estamos en crisis.
Pero me ha costado.
He tenido que ver los millones de parados y los miles de pymes difuntas para, finalmente, aceptar que estamos en crisis.

Pero… ¡qué crisis más curiosa!
Me recuerda a las modernas guerras selectivas de los yankees. Y es que esta crisis es también selectiva, no afecta a todos: Sólo afecta a los currantes y a las pequeñas empresas.

Por el contrario, vosotras, queridas empresas IBEX35, parecéis inoculadas, seguís batiendo –milagrosamente, trimestre a trimestre- records de beneficio.

Por favor, seguid anunciando vuestros suculentos beneficios a bombo y platillo; de verdad, no nos importa; nos encanta observar, desde la cola del paro, cómo ganáis tantísimo dinero, cómo os estáis forrando.



Las empresas IBEX35 no tenéis que vender vuestros activos para sobrevivir en tiempos de crisis.
¡No, por favor! 
Tomad nuestro dinero, ese dinero que tanto nos cuesta adquirir en “los mercados”, y sanead vuestros negocietes tras haber metido la pata hasta las gónadas.
Vosotros no vendáis vuestro patrimonio, no sea que vuestros balances se vean afectados y vuestros beneficios mermados.
Ya los malvendemos nosotros.

No, no paguéis lo que os habéis buscado con vuestra nefasta gestión de vuestros negocios, ya lo pagamos nosotros.

Vosotros que ya os quedasteis con los monopolios y otras empresas que nos pertenecían a todos los españoles (Telefónica de España, Campsa, Tabacalera, Endesa, Argentaria, Enagas, Ence, Gesa, Acesa, Red Eléctrica, Aldeasa, etc., etc., etc.), seguid, por favor, y rematad la faena con lo poco que habéis dejado.
Continuad con lo que queda de todo aquella actividad -todavía pública- que huela a dinero. Y tomad, asimismo, los exiguos fondos que ya nos quedan para que podáis “sanear” los negocietes recién robados (perdón, "privatizados").

Quedaos con las Cajas de Ahorro -públicas ellas- que habéis hundido, y no os preocupéis que ya nos quitaréis los fondos que necesitéis para reflotarlas.
Quedaos con los servicios públicos que vais a privatizar para mejorar aun más vuestras cuentas de resultados y vuestro total control del cotarro.
Y quedaos también con los derechos que los currantes hemos conseguido acumular al cabo de tantos años.

Por favor, tomadlo todo, no os limitéis.
No esperéis más, ya estamos suficientemente acobardados.
Pero hacedlo rápido, así nos dolerá menos.
No queremos que os enfadéis y todo se vuelva peor de cómo lo estáis dejando.

Y sabed, finalmente, que ya no vamos a utilizar cinturón: Así todo será más rápido y sencillo.


abap


Son muy malos


Hace unos días oía comentar: ¿Has visto la “pedazo de” Biblioteca que nos ha construido nuestro alcalde?
“¿Qué nuestro alcalde nos ha construido qué…?”, pensaba yo.
Vaya, siempre pensé que los fondos para construir obras públicas los aportaban los ciudadanos, pero parece que, en el municipio donde respiro, los fondos los aporta el alcalde de su propio bolsillo.
¡Viva mi alcalde!


Este edificio es... ¡una biblioteca!

En España se hacen construcciones públicas, con nuestro dinero, con una funcionalidad ignorada en demasiadas ocasiones en aras de la grandiosidad megalómana y publicitaria de la obra, sin mostrar el más mínimo respeto por el origen de los fondos; es decir: los ciudadanos.

Y es que nuestro dinero es “muy barato”, es muy fácil de obtener: Si hace falta dinero, se suben los impuestos. Y si hace falta más, se suben más.

Pero…
En este momento, entre otras muchas desgracias que estamos soportando, hay una crisis de consumo (y, por consiguiente, de producción; y, por consiguiente, de beneficios empresariales; y, por consiguiente, hay paro; y, por consiguiente…).
¿Y cómo vamos a consumir? Después de pagar los impuestos, la hipoteca, los recibos, el colegio, la comida,… ya no nos queda nada para consumir más allá de lo imprescindible.

Estos señores –estoy siendo muy generoso por tildarles de señores- carecen de vergüenza, de sentido de la responsabilidad y de sentido común-, y han conseguido, después de tres décadas de despilfarro, endeudar a los municipios (es decir, a los ciudadanos, a todos nosotros) a unos niveles muy preocupantes, y dejar vacíos los bolsillos de sus “representados” (sí, sí, sus representados, por increíble que parezca).

Nos está bien empleado, por insistir en elegir a estos tuercebotas.

Pero… ¿Qué podríamos esperar? ¿Qué es un político? ¿Un premio nobel?

Por favor, repetid conmigo: “Mea culpa”.


abap


La mala cabeza nacional

   

Obras megalómanas cuya funcionalidad no parece ser el principal objetivo de su construcción, y cuyo coste no parece haberle importado a nadie: Aeropuertos por doquier, obras arquitectónicas de última generación, puentes inverosímiles, palacios de congresos a todo trapo, exposiciones universales estériles, tranvías urbanos deficitarios, puertos deportivos, actuaciones urbanísticas dudosas, bibliotecas que harían palidecer a la de Alejandría, casas "de cultura" colosales, auditorios que podrían acoger a la Filarmónica de Berlín, etc., etc.
¡¡¡Millones y millones y más millones de euros!!!
(Nuestros ex-euros…)

¡Esto es jauja!

Ciudad de la Cultura (vaya tela...)
Santiago de Compostela


Este país ha perdido el norte. De tanto repetir que somos la octava “potencia” planetaria, hemos llegado a creérnoslo.

Políticos... ¿Adónde nos habéis llevado?

Atención, pregunta tonta: En política… ¿Hay responsabilidades penales?
Aaaaaahhh, ya.
Vale, vale.
(Me lo imaginaba).

Pero..., por otra parte..., ¿de qué nos extrañamos?
Como todos sabemos, los políticos no se caracterizan
ni por sus conocimientos, ni por su rigor, ni por su prudencia en la gestión de nuestro dinero, ni por su respeto a los ciudadanos (nosotros), ni por su preparación profesional, ni por sus cualidades de gestión, ni por su brillante historial, ni por su…, ni por su…, ni por su…, etc., etc., etc.

Pero coño, ¿Por qué les votamos?

Ya lo sabéis, ¿verdad?, ya sabéis lo que voy a decir ahora.
Por favor, permitidme que lo repita una vez más, pero esta vez me gustaría que lo repitiéramos todos a coro:
Te-ne-mos lo que nos me-re-ce-mos.
(Si queréis, le ponemos música).

¿Y ahora qué?
Pues nada, ahora toca “plan de ajuste”.
¿Ajuste de qué?
Ajuste de la mala cabeza nacional.


abap

(Atención, una adivinanza: ¿Quién se ha llevado la pasta?)




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